En un poema hay que extender la vida
al viento, al sol de la mañana,
a la vista de todos
como ropa tendida en el alambre.
Una pizca de vida es suficiente,
la camisa de un sueño, por ejemplo,
o el mantel de las últimas derrotas
o aquel pañuelo
que es como un resto de niñez, tan blanco,
tan diminuto, tan herido.
Los versos, hechos sangre, piel o músculo,
bien cogidos con pinzas, agitándose
en medio de los patios, a la luz,
como banderas sin ejército.
Así tienen sentido.
al viento, al sol de la mañana,
a la vista de todos
como ropa tendida en el alambre.
Una pizca de vida es suficiente,
la camisa de un sueño, por ejemplo,
o el mantel de las últimas derrotas
o aquel pañuelo
que es como un resto de niñez, tan blanco,
tan diminuto, tan herido.
Los versos, hechos sangre, piel o músculo,
bien cogidos con pinzas, agitándose
en medio de los patios, a la luz,
como banderas sin ejército.
Así tienen sentido.
Del libro Todo es papel.
Enrique Gracia Trinidad.
Pintura: Jeffrey T. Larson.
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