Queridos Reyes Magos:
Dejé mi niñez atrás, hace años, muchos años. Aún así, todavía sigo creyendo en vosotros. Por lo tanto, os ruego encarecidamente que no olvidéis pasar por: hospitales, centros de acogida o cualquier otra institución en la que haya niños. Son los que verdaderamente disfrutan vuestra llegada y vuestros presentes. También por las residencias de ancianos, a muchos de ellos su cerebro les ha jugado una mala pasada, y han vuelto a ser como niños. Deseo que devolváis la ilusión a tantas y tantas personas que se han quedado sin hogar que abarrotan los comedores sociales. Y para esas otras muchas, que por uno u otro motivo, para las que el alumbrado navideño es tan sólo la añoranza de mejores tiempos pasado.
Y si después de cumplir mis deseos queda algo en vuestros sacos, acordaros de que, retazos de mi niñez siguen acurrucados en el fondo de mi corazón.
Mano de Luna, de luna de luz, de luz azul.