26 abril, 2015

Mi color favorito es verte



Argumento:

La escritora Pilar Eyre conoce a un hombre con el que mantiene una breve relación y, tras su desaparición, se obsesiona con él.

Comentario:

Aunque en la sinopsis de la novela se dice que es una historia verídica vivida por la protagonista y autora, que sea cierto, o no, es irrelevante, no afecta al contenido de la historia. En cualquier caso también sirve como recurso para acercar a la autora (y narradora) y a la persona que lee, contribuyendo a crear entre ambas un vínculo, sea real o ficticio, una complicidad incrementada tanto por esa sensación de cercanía que produce la narración en primera persona subjetiva que informa de lo que le parece cuando lo desea, en la que Pilar se muestra exagerada, egoísta, egocéntrica, melodramática y, sobre todo, ingeniosa y divertida, crítica consigo misma y con el mundillo literario.

En Mi color favorito es verte, la protagonista utiliza elementos de la biografía de la autora para desgranar lo que no solo es una historia de amor o una (levísima) investigación detectivesca, sino que además trata otros temas, entre los que destacan la literatura, la soledad o el paso del tiempo, logrando que se puedan hacer varias lecturas, unas más evidentes y superficiales que otras.

Así, no es extraño leer cómo afecta la crisis al mundo literario, y a las ventas de Pilar en particular, verla hablar con sus difuntos progenitores, divertirse con sus primas o, cuando se obsesiona con Sébastien, enviarle poemas, canciones que irrumpen en la narración para señalar con acierto los altibajos emocionales de la protagonista, anécdotas relacionadas con su pasado, familia y amistades, o la intervención de algunos personajes (la pareja del restaurante) ajenos a la trama que no pueden evitar darle su opinión sobre lo ocurrido.

La novela cuenta además con una estructura muy bien organizada en la que se alterna la parte romántica con la intriga por lo que sucedió, pese a que Pilar lo sabe desde el principio del relato y lo cuenta todo a posteriori, dosificando la información con destreza, un detalle aquí o allá rápidamente cortado para mantener la curiosidad, una progresión de la historia en la que siempre parece estar pasando algo, aunque solo tenga que ver con el tema principal tangencialmente, y sutiles digresiones (en los últimos capítulos, en especial durante el viaje a Montpellier, quizá se nota más su finalidad) que retrasan la revelación final.

Además de la trama autobiográfica, centrada en ese amor (o pasión) que se diría una excusa para hablar de temas de mayor profundidad, ya mencionados, como la soledad (esa presencia constante de los progenitores difuntos, la necesidad de comunicar su pasión incluso a desconocidos) o el paso del tiempo y la belleza (el uso de la cirugía estética, las alusiones a la diferencia de edad, la defensa de la pasión y el amor en cualquier momento), destaca el juego metaliterario inteligente y culto que desarrolla la autora desde el principio al final de la obra.

La disminución de ventas de sus novelas históricas, la crisis en el sector literario, el encargo de escribir un libro de autoayuda (en cierto modo Mi color favorito es verte lo es), la descarada utilización de sí misma y sus vivencias como material literario, la verdadera identidad de Sébastien y lo que tienen en común son muestra de la intención de la autora: buscar de complicidad con quienes la leen, establecer varios niveles de lectura y escribir una novela que funciona precisamente gracias a todo esto.

Fuente:http://reginairae.blogspot.com.es/2014/11/mi-color-favorito-es-verte-pilar-eyre.html

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 El país (babelia)
Mi color vavorito es verte

Mi color favorito es verte, de Pilar Eyre (finalista del Premio Planeta 2014), es un libro de famosa que, por motivos de calendario u otros relativos al negocio del libro, se nos sirve en un molde novelesco, advirtiéndonos en la contraportada de que se trata de "una aventura real”: si nos acercamos de puntillas y miramos por la cerradura, encontraremos a una mujer desnuda.
Tal aclaración opera a modo de único reclamo fiable para los hipotéticos lectores que, sin embargo, poca ocasión tendrán de ver lo que se les promete. Porque la arrebatadora pasión o amour fouque la narradora-protagonista-autora Pilar Eyre vive durante tres días con un desconocido que se hace llamar Sébastien Pagés y pasa por ser un reportero bélico apenas ocupa una cuarta parte del libro. El resto es material de relleno, estampas de la (alta) vida cotidiana, que también incorporan a la pandilla de amigos que comparte veraneo en Llafranc, primas, hijo, editor, perro, asistentas..., en un desfile de escenas tan banales como deshilachadas y a veces gratuitas, que se incrustan a partir de ritos sociales y recuerdos azarosos o a propósito de los varios desplazamientos desde la Costa Brava a Barcelona y viceversa y finalmente a Montpellier, o bien durante los tiempos de espera que jalonan sus encuentros y luego su anhelado regreso.
Las reglas del juego se exponen en la segunda página, donde se declara que la literatura queda fuera en este elocuente autorretrato: "Yo soy una escritora de segundo orden porque el periodismo ha consumido los mejores años de mi vida y me han chupado mi energía y mi creatividad, escribo libros sobre reyes y reinas antiguos, novelas históricas en las que los protagonistas tienen vida sexual y las mujeres siempre sufren por culpa de sus maridos, tengo en uno de los periódicos de mayor tirada una columna muy popular y salgo en televisión".
Pivota entre la palabrería insípida, la cháchara esnob
 y algunas notas de humor desenfadado,
porque después del drama queda la burla.

Ahora bien, dado que estamos ante un relato y se opera desde mecanismos narrativos, aunque sea en un nivel elemental, sucede que en Mi color favorito es verte nos encontramos con una bovarycorintelladesca, consumida en fantasías que se expresan mediante una "hemorragia de majaderías" que difícilmente sugieren los sueños de color rosa en los que asegura sucumbir, cuyos aullidos de "loba en celo" a menudo se reducen a "una eyaculación de palabras estúpidas" y cuyos encuentros "íntimos" se resuelven en tablas gimnásticas más bien toscas: "Se puso mis piernas alrededor de la cintura… se hincó en mí, jadeando en cada embate… y estaba tan llena que me parecía que de repente el líquido me saldría por… todos los orificios de mi cuerpo convertidos en un surtidor volcánico lleno de estrépito, lumbre y piedras". El resto pivota entre la palabrería insípida, la cháchara esnob y algunas notas de humor desenfadado, porque después del drama queda la burla. Y la acción.
 Así, la segunda parte de la historia vira hacia la intriga detectivesca —averiguar la verdadera identidad del desaparecido Pagés—, abusando de la dilatación como única estrategia narrativa y de la reiteración de elementos supuestamente eficaces o efectistas —rastreos por Internet, mensajes de Aurélie—, pero cuya repetición, por lo mismo, cansa. Una historia servida y aderezada con numerosos ingredientes: retazos de infancia y adolescencia, presencia de o alusiones a famosos "reales", sesiones de peluquería y lifting, apariciones de ultratumba, almuerzos y cenas, muchísimas canciones, celebraciones varias, marujeo, interiorismo y pildoritas de autoayuda.
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A título personal.
Dos críticas literarias muy diferente de una misma lectura. Yo aún no lo he leído. Me lo regaló mi amor ayer cuando asistimos a la Feria del Libro de Córdoba, por lo tanto no sé con cual de ellas casaré mejor. Igual con ninguna, con un poco de cada , o la mía será totalmente diferente. Para mí, los libros son como las personas, hasta que no las tratas de tú a tú no tienes conocimiento pleno de cómo son realmente por mucho que escuches los comentarios o críticas de los demás.

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