24 septiembre, 2007

Los Cuentos



Los cuentos son inmortales, imperecederos, vagabundos, como dijo -Ana maría Matute-; viajan allá dónde vamos y envejecen con nostros. Pienso, que las arrugas que aparecen con el paso de los años, en un cuento, no provocan otra cosa, sino, un realzamiento de su belleza, de esa tierna hermosura, que cada uno de ellos, a su manera guarda entre sus páginas, entre sus reglones. Pero hasta los cuentos, deben adaptarse a los tiempos en los que son vividos, en los que son contados, en los que son leidos, y aceptar el significado o la interpretación que cada persona, cada grupo social, cada cultura, quiera hacer de ellos, porqué en el fondo, los cuentos no dejarán de ser lo que son, historias, tristes o alegres, tiernas o crueles, como la vida misma, sólo que moldeadas a los tiempos que corren, o a las necesidades que cada uno quiera hacer de éstos.
No pocas son, las protestas por la imagen que hoy en día se da de la mujer en la literatura clásica infantil. La dulce e inocente -caperucita- hoy, resulta que retrata a una niña, a una mujer imbecil, engañada por el lobo, el hombre. O que la bondadosa y hacendosa -Blancanieves- no es otra cosa, sino la imagen de una mujer esclavizada y sumisa, por los enanitos, los hombres. o que el valiente -Gato con Botas- no es ni más ni menos, que el fiel retrato de la prepotencia y supuesta superioridad...del hombre. ¡Vivir para ver, vivir para ver!

Sean cuales sean, las interpretaciones que queramos darles a los cuentos, creo que éstos, seguirán su camino imparable, seguirán viajando en el tiempo ajenos a todas ellas; y seguirán siendo lo que siempre fueron, un mundo de sueños, un mágico mundo de fantasía e ilusión.

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