Un año más, retomo a uno de los clásicos de la literatura española por excelencia. Nuestro enamoradizo caballero Don Juan Tenorio. El personaje de José Zorrilla que, por estas fechas, se pasea por los escenarios de media España. La otra media, hace tiempo que hizo suya, sin serlo, la tétrica costumbre de celebrar la americana fiesta de Halloween. Hacemos nuestras, costumbres extranjeras, y vamos perdiendo las propias. Hay que ver, lo que son capaces de conseguir las martilleantes campañas de marketing...
¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para Él quizás.
No, el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aún de la virtud.
Sí, iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
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