Este libro me ha hecho ir, más allá de sus páginas. Me ha introducido en un mundo totalmente desconocido para mí, las vidrieras y su simbología. Un mundo lleno de luz y color. De historia, de significados, y con un hermoso y amplio lenguaje propio. El protagonista, Jacques Argot, iniciado por su padre, desde pequeño en el arte de las vidrieras, se convierte, con el tiempo, en vidriero como él. De ahí en adelante, perseguirá un sueño…las vidrieras de la Abadía benedictina del –Mont. San Michael-.
El autor, entrelaza realidad y ficción con una delicada maestría, que nos llevará a conocer más de cerca a Flaubert y Monet.
Es un recorrido histórico-espiritual, por el fascinante mundo de los vitrales, y, a su vez, otro, no menos mágico, el de la arquitectura que conforma el –Mont San Michael.
El alquimista…es de esos libros que, al concluirlos, dejan un dulce sabor a poesía, a arte, en su más delicada y bella expresión y, a recogimiento divino, ese que siempre transmiten las construcciones monacales.
Ahora, tras leer este libro, cuando vuelva a visitar una catedral, monasterio o cualquier construcción religiosa, los vitrales ya no serán solo un juego de colores. Ahora sé que son lenguaje, simbología, historia cristalizada para hacerla imperecedera, en el espacio y el tiempo. Hay una frase preciosa, por lo menos para mi, y que retrata a los vidrieros de esta forma, con ella, os invito a leer libro, cargado, sobre todo de luz. Luz para el alma y el espíritu.
“En todas las épocas, los vidrieros han sido una especie de buscadores de luz”
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