11 julio, 2008

"El Mundo"

 Premio “Planeta 2007”

“Cauteriza la herida en el momento mismo de producirla”

Esta frase que aparece por primera vez en la segunda página del libro, haciendo referencia a la aparición de un nuevo bisturí eléctrico que, según las palabras del padre del protagonista, era una invención suya, y que iba cauterizando la herida al mismo tiempo que la iba inflingiendo; desde mi criterio, es la columna vertebral de la narración. Pues va adquiriendo diferentes formas y significados, según la etapa, momento o circunstancia que vive el protagonista, que no es otro que el propio autor, Juan José Millás. El mundo, retrata, entre otras muchas cosas, una época en la historia de España. Retrata una clase social; un modelo de familia, la numerosa. Retrata un barrio, sus gentes, sus costumbres. Y retrata algo que en los tiempos que corren se está infravalorando a una velocidad vertiginosa –la amistad-. Millás, hace referencia en no pocas ocasiones a su amigo de la infancia, -el vitaminas-. Un niño enfermizo, solitario, y de aspecto delicado. Al cerrar el libro, cuesta, no dedicarle un último recuerdo a esa criatura. Las páginas donde se relata esta amistad son, para mi, de las mejores del libro.
El mundo que aquí se nos describe puede ser el de cualquier ser humano. Con sus penas y alegrías; sus deseos y frustraciones; sus ilusiones, sueños incumplidos, y amores imposibles. Con la diferencia de que, no todo ser humano termina siendo un afamado escritor, claro está.

Para mi gusto, no es la mejor novela que he leído de este autor. Pero quizá, sí, la más profunda. La más personal. Porque en definitiva es su autobiografía, su vida la que nos va desgranando a lo largo de las doscientas treinta y tres páginas. Hay capítulos, que se desarrollan prácticamente, como un monólogo interior. Por momentos, roza el caos existencial. Sobre todo en la parte donde va describiendo, con todo detalle sus crisis neuróticas; sus fobias, y sus manías.

Él mismo dijo, en la presentación que hizo de esta novela, en la pasada edición de la feria del libro en Córdoba, que el libro en sí, había estado escrito bajo una especie de alucinaciones, que había sufrido en momentos puntuales. Redactada en muchos de los párrafos con esa ironía que caracteriza a Millás, la novela engancha. 
Tuve la satisfacción de asistir a la presentación y posterior charla coloquio, con firma de libro incluida, que se desarrolló, como ya he dicho con anterioridad, en Córdoba, el pasado veintiuno de abril. Conocer en persona a uno de tus escritores preferidos es siempre un hecho, gratificante. Y más si no te defrauda. A mi no me defraudó. Le sigo a través de sus artículos en el periódico. Y como colaborador en una cadena de radio, y por supuesto, como escritor. Llegó a lugar de encuentro con sus lectores, con una puntualidad suiza. Me quito el sombrero, ante ese hecho. Será porque yo acostumbro, o por lo menos lo procuro, ser así, puntual. Prefiero esperar a que me esperen. Tenía un aspecto de bohemio que le rezumaba por cada una de sus canas. De rostro serio, casi hierático. Apenas esbozó una leve sonrisa. Pero con una retórica cargada de ironía. La misma que derrama en la mayoría de sus narraciones.



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