El escritor leonés presenta en la Feria del Libro su
última novela editada por Alfaguara
Julio
Llamazares protagonizó ayer la séptima jornada de la 42 Feria del Libro de
Córdoba, que se celebra en el Bulevar de Gran Capitán. El escritor presentó su
novela Distintas formas de mirar el agua , editada por Alfaguara. El acto tuvo
lugar por la noche, en el Bulevar del Libro y la presentación estuvo a cargo
del periodista Alfredo Asensi.
Julio Llamazares presenta 'Distintas formas de mirar el
agua', una novela coral sobre el desarraigo que surge de una vivencia personal:
la desaparición bajo el agua de su pueblo natal
Dos preguntas han asediado a Julio Llamares: cómo ha
influido en él el hecho de haber nacido en un lugar que hoy está sumergido en
un pantano y qué relación tiene con Gaspar Llamazares. Se desconocen las
respuestas que ha podido dar a la segunda. Para contestar a la primera ha
publicado una novela que tardó un año en escribir y una vida en concebir,
Distintas formas de mirar el agua (Alfaguara). Ayer la presentó en la Feria del
Libro. "Es la historia de mi vida y de muchas personas que han tenido esta
experiencia", afirmó.
Es la novela más personal e íntima de Llamazares, que
opta por un planteamiento coral, con casi 20 personajes (todos menos uno,
miembros de la misma familia) que ofrecen su testimonio, su reflexión sobre el
motivo que los ha reunido: la muerte del abuelo, que dejó dicho que sus cenizas
debían ser arrojadas al pantano que cubre lo que fue su casa, su tierra, su
origen. Es la historia de Llamazares, que nació en el desaparecido pueblo
leonés de Vegamián, hoy un embalse. "No sé por qué la he escrito ahora,
podría haber sido antes o después, pero las novelas se cruzan en la carretera
cuando tú no las buscas", señaló el escritor, que compartió con los
asistentes sus reflexiones sobre los diversos conflictos que se despliegan en
la obra, sobre todo qué se siente cuando eres de un lugar "al que jamás
podrás volver".
Este
"acontecimiento simbólico" activa el discurso dramático de la novela,
que pone de manifiesto con su planteamiento polifónico "la relatividad de
la mirada humana". La obra es "una sucesión de flujos de
conciencia" en la que los personajes se expresan en función de su mayor o
menor proximidad a la historia y al trauma original. Los más afectados son
personajes que tienen que "volver a aprender a mirar de nuevo",
despojados de su paisaje y su horizonte, desarraigados, dolientes y dignos.
Llamazares tenía 13 años cuando taparon el valle y en su
memoria flotan las historias de su padre, maestro en Vegamián, y de otros
exiliados. En 1983, cuando tenía 28 años, la presa fue vaciada por una revisión
técnica y el escritor fue a ver el terreno, un valle de lodo en el que permanecían
"las ruinas fantasmales" de su pueblo y de otros cercanos. Entró a la
casa donde había nacido y a la escuela en la que su padre daba clases. Una
experiencia de la que conserva algunas "imágenes surrealistas".
La novela surgió a base de chispazos. "La escribí
como si me la dictaran", anotó el autor de Luna de lobos y La lluvia
amarilla, que defiende, con Pessoa, que la literatura es la mejor manera de
estar solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario